Si
tan solo bastase una flor
para
llenar de fragancia
los
tiempos de la primavera
no volvería a
transitar
los
caminos de la memoria,
recogiendo
las flores secas
de
mi juventud pasada.
Si
tan solo bastase un poema
para
que el viento se doble
a
las espigas,
para
que el mar violento
obedezca
sumiso
a
los timones gastados
de
naves perdidas.
Si
tan solo bastase una palabra
de
amor, para dar dicha
a
los corazones
añejos
en angustias veladas
por
la espera
y
dar en las bocas
la
dulzura del te quiero
con
el firme compromiso
que
nos brinda.
Si
tan solo bastase una vida
para
alcanzar del mundo
toda
su grandeza
no
me sentaría a escribir
mis
sueños de niña.
Escribiría
sobre la sonrisa
de
toda mi América,
escribiría mi
historia,
ya
muy vieja,
rodeada
de cielos y lloviznas
en
la siguiente vida
que
me espera.
(Emilia
Marcano Quijada)
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