Echo de menos el olor de
tu chaqueta
tus largos dedos, el zumo
de naranja,
y el perímetro de tu
circunferencia.
Llevo en mi mochila tus
caricias,
en mi piel llevo tu
aroma,
y por las noches quito
las telarañas
que hay en mi alma.
No quedan ojos que
quiten la ropa
tan solo… ojos que no
saben mirar,
instantes que me
acompañarán.
Más… que comer con los
dedos…
(Ana)
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