Llegó la calma y se fue la musa
tras la quietud huyó la inspiración
con sosiego… le quitó la blusa.
De la placidez… la llevó al arrebato
dejó a un lado la paz y con iluminación
la apaciguó llegando a un trato.
Humedeciéndose los labios, le dijo:
“Tendrás ternura y mi atención…
con suavidad y delicadeza te haré el amor
tan solo… usa tus armas de
seducción”.
(Ana)
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