domingo, 24 de agosto de 2014

A una mujer especialmente sensible.



A menudo se quejaba de su mala suerte, quería volar,
pero nunca soltaba la soga que le ataba los pies al suelo,
cada vez que intentaba desprenderse de ella,
una fuerza mayor la sujetaba al suelo con fuerza.

Hasta que un día, sin más, logró romper esa cuerda,
se desprendió de su triste mirada, soltó los miedos,
su pelo negro voló al viento, por fin sonreía,
era ella, dio el paso que le hace volar.

Ya no quiere parar, no quiere detenerse ante nada ni nadie,
y cada día es más libre de sí misma.

Atrás quedaron los lastres,
solo mira hacia adelante.

(Lilith)

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