Amor, no
he podido quemar tus viejas cartas, me hablan todavía sus páginas marchitas de
tu muerta pasión y el eco moribundo de la última canción.
Tus
cartas, en el tiempo que nunca volverán, hicieron ellas temblar mi corazón, después
vino el silencio, la ausencia, la agonía.
El tiempo
trajo el bálsamo de la consolación, la luz de los veinte años, el fuego del
pasado, la gloria de la vida, la juventud en flor.
Anoche
las contaba con mano indiferente, sobre una de ellas, la última, cayó mi llanto
ardiente y no pude quemar tus viejas cartas de amor…
(Eduardo de Calixto)
(Eduardo de Calixto)
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