Has
dejado entreabierto el retozo
de
tu mirada elocuente
para
susurrarme al oído en ecos diáfanos
que
el brazado de tu amor nunca será olvido.
Has
vaciado el perpetuo dolor de mis manos
siendo
verdugo de la tristeza de mis ojos
y
aunque las destreza de mi atonía no te nombra,
las
huellas de la infancia te recuerdan.
El
viento le quita palabras a tu boca
para
cifrarle un verso al sol
y
la luna que tanto admiras
se
apoya en la línea de la vida de tus dedos.
El
brío de tu ser se desploma
hace
contacto con el frío
y
nace de nuevo la estrofa
de
un poema aún no escrito...
Se
arrodilla frente a ti este noviembre,
las
rosas crecen sin espinas,
yo
prometo ser partícipe de tus alegrías.
Juntos
desde toda la vida
cuando
sea de noche, de día
y
estés solo con tu herida
no
olvides que aquí estaré...
Amor
de mi vida.
(Autor
Desconocido)
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